Mujer de cruel sonrisa y altiva mirada
capaz de vencer el paso del tiempo,
que con sólo un fugaz destello de sus ojos
derritió la parafina de corazones juveniles
cuyas lágrimas brotaron como manantiales.
Imagen que explica por sí sola,
el motivo por el cual dos impetuosos ciervos
cruzaron sus robustas cornamentas,
tan sólo por atraer aunque fuera,
una leve mirada de sus ojos.
Mujer de gran dulzura
que… siendo yo tan sólo un pajarillo
que recién rompió su cascarón,
me llevó cariñosa en sus preciosos brazos
a la sagrada pila,
donde conocí el AMOR DE DIOS.
Edwin Rocael Cardona Ambrosio.
Huehuetenango, Guatemala. 1999.
Notas.
- “Mamá Chelita” es el nombre cariñoso con que me dirijo
a mi Madrina de Bautismo. Su nombre
es Graciela Castillo Cano y es hermana de mi abuelita Doña Guadalupe
Castillo Cano de Cardona (+); es mi
tía abuela. Los padres de ella, mis
bisabuelos fueron los muy distinguidos, honorables y queridos señores, Don Salomé Castillo y Doña Antonia Cano
de Castillo.
- Memorable
batalla registran los anales de la Historia de Huehuetenango de los años
40’s, sucedió en el bosque denominado “Los Toneles”, donde un par de
jóvenes fueron a romperse los dientes, disputándose el corazón de la bella
Gracielita; pero ni ante los rostros sangrantes cayó el Castillo.
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