Es el desamor el causante del sufrimiento en las naciones de la tierra. Baste recordar que el proceso de conquista española se facilitó, precisamente por las discriminaciones mutuas, debidas a la rica variedad multiétnica existente en la Guatemala precolombina y el ansia de cada pueblo de envidiar al pueblo vecino y ambicionar quedarse con sus riquezas -codicia, natural en los seres humanos-.
Guatemala reaparece ahora en el escenario mundial, como un país donde reina la intolerancia hacia los inmigrantes; donde la gente no evidencia el mínimo respeto a los más elementales derechos individuales del ser humano.
¿De dónde se va a tener la fuerza moral para solicitar solidaridad para nuestros paisanos guatemaltecos en otros países del orbe? Disculpen amigos, pero no sólo estamos pasando en Guatemala por tan graves limitaciones económicas, conflictividad política y un alto nivel de delincuencia, atinente a tan amplio espectro de acción del gobierno estatal y municipal, interferiendo las libres actividades sociales, desviando la riqueza de las mayorías hacia las bolsas de unos pocos y ahora, un ingrediente más al caldo. ¿De dónde vamos a salir los guatemaltecos adelante, si no comprendemos que para generar riqueza y salir de nuestro estado natural de pobreza, es necesaria la cooperación pacífica entre pueblos, donde nuestras diferencias son las que precisamente nos enriquecen y permiten el pleno desarrollo de nuestras potencialidades?
Para el caso de los habitantes de San Juan La Laguna, lamentablemente, una pobreza más aguda les espera, pues no será precisamente un atractivo para el resto de la sociedad mundial acercarse a desarrollar procesos de intercambio con "esa gente" y, en tal sentido, es lastimoso, dado que en estos casos se tiende a generalizar y habrá muchas personas que jamás estuvieron involucradas en estas decisiones colectivas, que pagarán injustamente con pobreza y con vergüenza, la maldición de vivir entre intolerantes, racistas, incapaces de controlar sus emociones y su sentimiento de envidia y a saber qué más pulsiones.
No será precisamente un orgullo el confesarse originario y/o vecino de San Juan La Laguna; herencia maldita legada por esta generación de sanjuaneros a las inocentes cuatro generaciones subsiguientes.
Finalizo recitando el título de un artículo que publiqué anteriormente.
"En el mundo, no existen personas ni razas superiores e inferiores, solamente personas diferentes".
Edwin Rocael Cardona Ambrosio.
Huehuetenango, 29 de agosto de 2014.