martes, 23 de agosto de 2016

Valió madre el ballet de academia.

Ligerito vénganse a ver
Háganle rueda muchá
La sonrisa de bebetina
Raudo tiempo a su paso
Sin sus dientes ayer la dejó

Positivo balance contable
El presente fugaz ya le da
Pantalón de ruedo volteado
Paño  rojo que cubre su testa
Suéter de lana  de gris cocodrilo

Mientras al fondo se escucha
De esas tablitas de hormigo
La marimba de frente de pinabeto
Abeshada por el gran sobijeo
Tatarilititatuiiii….. ….  tatrilaloooo


Las palmas se baten sonoras
Chas ta… chas ta… chas ta… chas,
Do termina el espinazo movás
Su calzado al ritmo escuchás
Cazún Cazún… Shunn shunn… Shunn Shunn

Saltito, saltín, saltarín, saltarín
Shunn Shunn… Shunn shunn… Cazún Cazún
Tunguele tungue te tunge te tunge le tun
Tatrilaloooo…. Triii ta truii ta truu liii luuuun
Chas tata chas chas ta chas puutzz puuutz

Valió madre el ballet  de academia
Shunnn  Shunn sus pies tienen alas
Locura el pellejo corazón cuerdo
El viento se mete por el tragadero
El colibrí pica su enésima flor

Ancestrales sones de pongue te pon
Gime marimba de aldea
Bamboleá la cabeza de un lado par’otro
Doblá la cintura en macizo manojo
Tutritiiii  tiruliruliiiii  tirulirulaaaa

-Guardá tu teléfono vos qué mirás
-Callate la boca vos Jova Loca
tatrilaloooo…. Tuiiiii loooo
-¡¡Vos mejor soplame las patas!!
Tu tiriliii tuuu tuiiiii laaa loooo.

Edwin Rocael Cardona Ambrosio
Huehuetenango, Guatemala. 23 de agosto 2013

martes, 2 de agosto de 2016

Oscura montaña, translúcida luna.

Translúcida luce la luna,
sus mejillas maquilla de tarde,
su cara mancha de pálidas nubes,
medusa en el cielo, colores de mar.

A contemplarla me alejo,
a verla de cerca me atrevo,
sin embargo su tamaño no cambia,
el rótulo eclesial, se disgustará.

La montaña firme se yergue,
presume pomposa su majestad,
prepotente se siente la ignara,
de enana presunta, la risa lunar.

Entrando la noche está ya,
tintos azules hay en el cénit,
radiante el astro inunda de luz,
montaña envidiosa, en oscuridad.

Edwin Rocael Cardona Ambrosio.
Huehuetenango, 20 de febrero de 2016

Están aullando mucho los chuchos

Dice, están aullando mucho los chuchos.
Corría el año mil novecientos setenta y seis,
los perros también aullaban mucho en la noche,
decían, ahuyentan coyotes o alaban la luna.

Cuentan de aquellos días que un huehueteco
porfiaba dormir en pelotas, sin calzoncillo;
nunca imaginó que el aullido de perros
semejante terremoto era de chuchos ahuizotes.

Tronó la tierra, los Cuchumatanes gimieron,
las campanas se bamboleaban en sus campanarios,
cual pechos en salvaje frenesí de mujer lujuriosa,
anunciando la fuerza desatada de pasiones tectónicas.

Despavorido y asonsado salió nuestro amigo
entre el fragor y el crujir de su propio tejado,
también salió su suegra, su mujer y sus hijos:
"Póngase esta toalla, tápese m'ijo",
colgándosela en el húmedo instrumento.

Edwin Rocael Cardona Ambrosio
Huehuetenango, Guatemala. 21 de julio de 2016.