Prácticas contra la ética empresarial. (Español). Talvez a usted le ha sucedido que al visitar “la marqueta” como le dicen muchos en la Ciudad de Los Ángeles, California, a los supermercados, se haya encontrado con productos a precios rebajados o con descuento, cuyas etiquetas en los estantes así lo anuncian. Puede leerse algo como “leche a mitad de precio”, “producto con descuento del 25%” y otras atracciones. Tales promociones atraen su atención y lo animan a comprar dichos productos en mayor cantidad o adquirirlos por primera vez, para gozar de los beneficios de la promoción o la reducción de precios. Lo anterior, muchas veces ha motivado que usted recargue su carrito de compras más que de costumbre y que su ticket se haya extendido con una larga cantidad de renglones, donde han aparecido intercalados los productos con precios normales, con los productos cuya etiqueta en la estantería indicaba que estaban a precio rebajado. Procedimiento normal, dado que los artículos son identificados por los sistemas computarizados en las cajas registradoras, según el orden en que la persona encargada de cobros vaya pasando los productos ante el lector de códigos de barras. Si usted ha adquirido una larga lista de productos, posiblemente querrá que el proceso de cobro en la caja se efectúe lo más rápidamente posible. Talvez solamente escuchará la cantidad total de la factura, pagará en efectivo o entregará su tarjeta de débito o crédito y se retirará con el producto, sin revisar el detalle de los mismos y el precio que pagó por cada artículo. Al llegar a casa, almacenará sus productos y archivará su factura para su posterior procesamiento contable. No es común que los compradores que adquieren volúmenes grandes de productos revisen el detalle de la factura, mucho menos observen la pantalla de la computadora de caja, verificando que el precio que se consigna para cada producto sea el mismo que se anunciaba en los estantes o góndolas; es más, posiblemente muchos se sientan apenados o avergonzados por el hecho de aparentar desconfiar de los versátiles sistemas de cómputo y personal del supermercado. Posiblemente, cuando usted revise sus largas facturas de compras en el supermercado, se encuentre con la sorpresa que pagó el precio normal por sus productos y no haya recibido los beneficios de los descuentos o promociones ofrecidos o, hasta se dé el caso que en vez de haber pagado los tres quetzales de cebollas, haya pagado cuarenta y ocho quetzales por un extractor manual de jugos que usted jamás recibió. No se extrañe si en algún momento, al revisar su estado de cuenta bancario o de tarjeta de crédito se encuentra con que le han cobrado setecientos quetzales, en vez de los setenta quetzales que fueron consignados en su factura y voucher de compra. No le extrañe si en alguna ocasión resulta que al momento de pagar en caja, no se le conceda el descuento o la promoción anunciada en la etiqueta de una estantería y ante el reclamo suyo, le argumenten que la etiqueta se refería solamente a una de las diez líneas de producto y no a todos; a veces usted recibirá la respuesta que recientemente la línea de producto con descuento se ha agotado y que el mismo no aplica al producto remanente. En otras ocasiones usted escuchará las disculpas del caso y le dirán que “la persona responsable del área no cambió la etiqueta de promoción oportunamente y que dicha promoción dejó de estar vigente desde el día anterior”. Tampoco se sorprenda si le dicen que la etiqueta se refería al producto del estante siguiente. Algunos clientes rechazan los productos que creyeron promocionados y otros, para no complicarse la existencia, optan por llevárselos, con lo que el supermercado consigue el objetivo, habrán impulsado el volumen de ventas, pero inadvertidamente, a costa de su propia credibilidad, ya que muchos clientes tampoco son ingenuos y se hacen los desentendidos. (En Guatemala decimos: “navegamos con bandera de babosos”). Como consumidor, he vivido las situaciones anteriores en varias cadenas de supermercados durante los últimos años. Hace algunos lustros, un noticiero televisivo de América Latina, publicó un documento donde se denunciaba tales prácticas no acordes con la observancia de la ética empresarial, lo que confirmó mis temores: los ejecutivos de muchos supermercados se han dado cuenta de los diferentes descuidos en que incurren sus clientes, por lo que algunos han entrenado a sus trabajadores para implementar prácticas engañosas de promociones o descuentos inexistentes para elevar el nivel de compras y, en caso en que el consumidor descubra el truco se acuda, previo acuerdo en la compañía, a las medidas expresadas en los dos párrafos anteriores. Hace algunos meses, cuando me sucedió el caso de las cebollas y el extractor de jugos que referí anteriormente, situación de la que me percaté al llegar muy tarde a casa y cuyo reclamo efectué al día siguiente exhibiendo la factura respectiva, se me respondió que el dinero ingresó al sistema computarizado, por lo que no podrían devolverme el excedente de cobro, solamente podría comprar más productos equivalentes a los cuarenta y cinco quetzales restantes. Años atrás, me había sucedido el caso que repito, donde al cotejar mi estado de cuenta de la tarjeta de crédito, me fueron debitados setecientos quetzales en vez del monto real de la compra que fue de setenta quetzales. Dichos setenta quetzales aparecían impresos, tanto en la factura de compra, como en el voucher que firmé y que fueron emitidos por el sistema computarizado. “Solamente fue un cero adicional reclamado por el supermercado al emisor de la tarjeta con cargo a mi cuenta”. Para solucionar el problema, los ejecutivos del supermercado me exigieron redactar una carta exponiendo mi caso, adjuntando original y fotocopia de los documentos respectivos. Costos de tiempo y recursos en que tuve que incurrir causados por ellos. Mi problema fue solucionado; pero si no hubiese efectuado las verificaciones, mis escasos fondos habrían ido a parar incorrectamente a sus cuentas. Solamente en estos dos casos, hubiera significado un ingreso adicional de seiscientos setenta y cinco quetzales, equivalentes a ochenta y cuatro dólares. Si bien es cierto, algunos clientes conocedores de dichas prácticas de los supermercados, también aprovechan para implementar medidas similares por parte del comprador, ante algún cobrador descuidado, cambiando etiquetas a algunos productos o reclamando descuentos o promociones inexistentes; también es cierto que en muchas ocasiones, tales prácticas inmorales por parte de algunos consumidores son consecuencia de las incorrectas iniciativas que riñen con la ética empresarial de algunos supermercados. Este es otro de los muchos factores que ha reforzado el abandono de los valores morales en la sociedad y que vivamos en sociedades muy convulsionadas. Afortunadamente, no todos los supermercados implementan tales truculencias. Pero, sorprendentemente, me he encontrado más ante tales prácticas en supermercados miembros de consorcios internacionales. En muchos de los casos, por razones de ubicación geográfica o por otras razones, a pesar de las dificultades anteriormente citadas, se tiene que volver a visitar dichos establecimientos, por lo que es necesario que cada persona tome las medidas correspondientes. Para ello no es necesario acudir a ninguna institución del Estado. Basta con que usted prevenga las amarguras, simplemente siendo muy cuidadoso revisando el detalle de su factura en cuanto a los productos y precios que le cobran. Es más, observe con atención conceptos según vayan van apareciendo en la pantalla de la computadora. Si seleccionó productos etiquetados con promociones o descuentos, esté muy alerta, asegúrese que el precio sea el que le ofrecieron, de lo contrario rechace el producto. Asimismo, guarde su factura para aquellos casos en que necesite efectuar reclamos posteriores y pague en efectivo. Si por extrema necesidad debe pagar con tarjeta de crédito o débito, esté muy atento a su estado de cuenta. Si bien, estas prácticas atentatorias contra la ética empresarial por parte de los supermercados, otorgan el beneficio de una venta más en el inmediato plazo, en el largo plazo dejan más altos costos que los ingresos anteriores. Basta con el simple cálculo del ingreso que reporta un artículo al cual se le gane un diez porciento. Si un cliente decepcionado deja de efectuar diez compras, la truculenta transacción tendrá un efecto cancelatorio en las finanzas del supermercado, lo cual puede convertirse en pérdidas cuantiosas ante la suspensión o disminución de futuras compras de él o su familia y amigos. Ayer me volvió a suceder: unas bebidas gaseosas pequeñas tenían una etiqueta con el precio de dos quetzales con cincuenta centavos cada una; al pasar a la caja, en la computadora se registró tres quetzales con setenta y cinco centavos por unidad. Ante el reclamo de no coincidencia de precio, el cajero me vio con una mirada de desconfianza; yo lo observé con una mirada de comprensión. Posiblemente fue un error humano del personal del supermercado que colocó las etiquetas o lo que es más probable: volvió a fallar la estrategia conmigo. Hace una década, visitaba mucho dicho supermercado; ahora con menos frecuencia. ¿Cómo están sus finanzas, corporación truculenta? Agradeceré mucho sus comentarios | Practices against entrepreneurial ethics. (English). Maybe it happens when you visit “la marqueta”, as somebody refers in L.A., California to the supermarkets, that you have found products with labels announcing discounts or special promotions. You can read anything like this: “milk –half price-“, “25% discount” and other attractions. Those promotions catch your attention and encourage to you to buy more quantity of products or buy for first time, to enjoy the benefits of promotions or the price reductions. Many times, this situation motivates to you to recharge your purchase cart, more than your custom, and your ticket be extended containing a lot of lines, where appears intercalated, products with normal prices and products with labels that indicated discount benefit at shelves. This is a normal situation, because the articles are identified by computerized systems, in the order that the cashier puts each product in the front of barcode readers. If you purchased a long listing of products, maybe you wish that payment procedure be fast. Maybe only you will hear the total amount of the invoice, you will pay with cash or will give your debit or credit card and will leave from there with your product without check details of each line or the price that you paid for each one. At the moment to arrive to your house, you will store your products and will archive your invoice for your later accounting process. The most of buyers that get big volumes of products, aren't careful to verify the details of the invoices, nor observe computer screens at the cash desks to compare the price that appears for each product with that was announced at the shelves or gondolas; even more, is possible that somebody be afraid or embarrassed to be surprised suspecting from the sophisticated computerized systems and the human resources of the supermarket. It is possible that when you revise your long invoices at the supermarket, you be surprised with the fact that you paid normal prices for the promoted products without the benefits of discounts and others. Maybe you will suffer the case that instead of you paid one dollar for one kilogram of onions, you have paid six dollars for a manual juicer that you never had. It Is not rare the case when you revise your bank accounting or credit card statement you be in front of a charge of one hundred dollars instead of ten dollars that were printed on your invoice and the card voucher for your purchase. Don’t be surprised if in one occasion happens that at the moment to pay at the cash desk, the discount that was offered to you or the announced promotion printed on the label at shelves don’t be granted to you. You will get as answers: that the label refers only to one of ten lines of products, then is not for all; several times you will hear that until recently, that special product doesn’t exist anymore and the discount is not for the remaining products. Other times, excuses will be presented to you, because “the personnel responsible of that area didn’t change the promotional label on the time, and that promotion was valid until yesterday”. Nor be surprised if they say you that the label are referencing to the product of the next shelf. In reaction, any customers rejects products that believed promoted and denied by the supermarket, and others, to don't get complications for their existence, accept them. In this last case, the supermarket gets the goal: they have reinforced their sells volume, but without distinguish that your credibility has been lost, because the customer is not ingenuous or sometimes he appearances be fool. (In Guatemala we express: "we surf with fool flag"). As consumer, me have lived the past situations at several supermarkets networks during the last years. Since one decade more or less, a television news program of Latin America published a document where it denounced those practices of the supermarkets against the entrepreneurial ethics, statement that confirmed the fact I feared: executives from many supermarkets had studied to their neglected customers, so they trained to your workers to introduce gruesome practices of false promotions or inexistent discounts to raise the level of purchases. Case that the costumer discovers the trick, the employee (with the approval of the company), would implement the rules of the last two paragraphs above. Since a couple of months, when it occurred me the case of the onions and the manual juicer that I've referred before, I could note it at the time that I arrived to my home. At the next day, I went to the supermarket to claim for my money back, showing them the invoice. They responded to me that the money was entered to the computerized system, thus wouldn’t be possible get back the money paid in excess; I only could purchase more products until cover the difference. Several years before, it was the case that I repeat again, where I revised my credit card statement. I discovered that it was charged one hundred dollars instead of the real amount that was ten dollars, nevertheless that ten dollars was the number that was printed on the ticket and on the voucher by the computerized system and that I signed. "Only was one zero more". To solve the problem, supermarket executives requested to me a formal letter, attaching original and copies of documents, with the unnecessary costs of time and resources. The problem was solved, but if I wouldn't have revised the credit card statement, my scarce funds would have gone to the bank accounts of the corporation. Only in those two cases, the supermarkets would have win ninety five dollars added to their normal income. Also, is true that some customers that know that supermarket practices, take advantage of it to implement similar tactics by purchaser, changing labels to any products or claiming discounts or inexistent promotions to the neglected cashiers. Also is true, than in several times, those immoral practices of the consumers are consequences of the incorrect initiatives of the supermarkets, that attack the entrepreneurial ethics. This is another factor that has strengthened the abandonment of the observance of moral values in society and that we are living today in convulsed communities at the present. Fortunately, not all of the supermarkets makes those tricks. But, surprisingly I have found that supermarkets that are property of international corporations are implementing those incorrect practices. In several cases, for geographic location or for other reasons, despite difficulties, you must return to those companies. Therefore it is necessary to implement several measures. It is unnecessary to ask for State to execute actions or legal protection. Just prevention is required to avoid the bitterness. You must revise carefully the details of your invoice, about products and the prices. Moreover, look with your attention the concepts that appear on the computer screen, especially if you selected products labeled with promotions or discounts. You must be in alert; be sure that the price of these products be the same that them offered you, otherwise, reject them. Likewise, keep your invoice for those cases in that you need subsequent claims and pay with cash. If you are with extreme need, you must pay with credit or debit card, but you must be ready to check your statement. It is true that those practices that attack entrepreneurial ethics by supermarkets, deliver them the benefit of sell one unit more in the immediate term; in the long term, the costs could reach amounts greater than the benefits. We will suppose that the supermarket wins a yield of ten percent. If a disappointed customer decide don’t purchase ten units, the first trick transaction has a cancelled effect in the supermarket finances, which could be greater losses by suspension or reduction of future purchases from him, his family or friends. Yesterday it happened to me again: any soda beverages had a label with the price of twenty five cents. At the cash box, on the screen was appeared forty seven cents . I claim that the prices were not the same; the cashier looked at me suspiciously; I looked him sympathetically. It was possible that the employee that put the labels has made a mistake or that more probable: the strategy against me failed again. Since one decade, I often visited this supermarket; I now visit it less often. How are your finances, truculent corporation? Your comments will be well appreciated |
Edwin Rocael Cardona Ambrosio 24 de abril de 2010 |
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sábado, 24 de abril de 2010
Practicas contra la etica empresarial. Practices against entrepreneurial ethics.
Publicado por
Edwin Rocael Cardona Ambrosio
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Etiquetas:
entrepreneurial ethics,
etica empresarial
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pues la verdad ni si quiera se me había pasado por la mente este tipo de situación a lo mejor y ya me sucedió y ni cuenta me di jajaja. y es que simplemente a veces damos las cosas por sentado dejando a un lado la suspicacia
ResponderEliminardeplano a ser mas cuidadoso.