sábado, 1 de enero de 2011

Con integridad, lo demás vendrá por añadidura.


Capítulo I
De las manifestaciones de la presencia y ausencia de integridad.


Me ha llamado mucho la atención el orden de prioridades a considerar como criterios para el proceso de contratación de personal, en el resumen que el Doctor Homero De León ha distribuido. Lo anterior, en el marco del análisis del proceso de reclutamiento del recurso humano a saber: a) integridad; b) motivación; c) capacidad; d) comprensión; e) conocimientos y f) experiencia.

El autor que escribió eso, de seguro lo hizo después de un agudo y profundo proceso de reflexión después de una larga cadena de sufrimientos ocasionados por la naturaleza humana y por el análisis de la realidad por los siglos de los siglos. La evidencia empírica demuestra la pertinencia de este gran consejo. Sólo imaginemos que deslumbrados por la gran trayectoria académica de algún académico egresado de la más brillante universidad pero más ladrón que Caco o Gestas, se nos ocurriera poner el capital de nuestras empresas en sus manos, imaginemos ¿A donde irían a parar nuestros fondos?. Sería como poner al gato en la cristalería, poner al ratón a cuidar el queso o dejar a la bella doncella al cuidado de Bill Clinton.

La peor tortura por la que pasan nuestros empresarios a nivel mundial es el tener que lidiar con personas mentirosas y/o ladronas en las empresas. Eso encarece muchísimo los costos, ya que introduce la necesidad de contar con Divisiones de Auditoría, o sea, incrementos en los costos de transacción: onerosos y que restan competitividad a las organizaciones y un interminable dolor de cabeza para el empresario. La mentira es un síntoma de que un mal peor existe por detrás. En las empresas y en los hogares, la mentira es como para el cuerpo humano la calentura, que manifiesta que dentro del organismo se incuba una gran infección que es necesario erradicar.

Claro está, que el hecho que existan mentirosos y ladrones en las empresas, constituyen grandes oportunidades para nuestros Auditores. Imaginemos que todo mundo fuese honrado en las empresas, o sea todo mundo fuese íntegro: los auditores enflaquecerían al no tener fuentes de trabajo que les provean el sustento. Por ello, tanto el auditor como el abogado, se solazan con la existencia del vicio y se entristecen ante la virtud. La etiología de la Auditoría se sustenta desde la prehistoria en un vicio de la naturaleza humana: la desconfianza. Aunque en muchas ocasiones también se han dado casos de firmas de auditoría que se coluden con los involucrados en desfalcos, malversadores de fondos y protagonistas de operaciones fraudulentas como el caso de la firma auditora Arthur Andersen y la megacorporación Enron en el año 2002 en los Estados Unidos, aunque Guatemala tampoco se ha librado y mucho menos Huehuetenango. Yo le recomiendo a todos mis clientes auditar al auditor.

El hecho de poder captar empleados íntegros, es talvez el mayor si nó el más grande de los tesoros que una empresa puede acopiar: fuente inagotable de recursos con los cuales la misma puede contar. Lamentablemente, nos encontramos con personal deshonesto, que se roba los fondos en efectivo, que saquea la materia prima de las industrias, que no entrega completamente las compras o se queda con los descuentos concedidos a las empresas, que usa indebidamente los recursos de la empresas en actividades que no aportarán rendimiento a las mismas, que mete zancadilla a los compañeros de trabajo colocando trampas para hacerlos incurrir en errores, motivados muchas veces por sentimientos negativos como la envidia, aunque ello vaya en perjuicio de los clientes y todos se queden sin trabajo o, que roba los recursos de su propio tiempo para la empresa (se pone a “huevonear” como se dice vulgarmente) y cobra por ese tiempo perdido o se roba recursos y culpa a otros mentirosamente de haberlo hecho.

Por ello es que estoy haciendo énfasis en esa virtud que debemos buscar como miembros de los Sistemas Integrados de Recursos Humanos –SIRH- (en palabras del Dr Walter Martínez), pero que todo mundo ha soslayado, reforzando más elementos accidentales que los que son verdaderamente esenciales. Pero antes, quisiera que reflexionáramos nosotros mismos si cumplimos con tan alta virtud. Ha llegado el momento amigos, de hacer un alto en el camino personal y hacer un buen examen de conciencia y determinar la rectitud de nuestros actos como patronos, dueños, jefes, empleados, consultores o proveedores. Talvez muchos de nuestros actos han reñido con esta ansiada virtud sobre la cual descansan los restantes cinco requisitos esenciales que debe buscarse en todo trabajador, prestador de servicios o proveedor.

Muy pocos casos registra la historia donde personas han encontrado cantidades fabulosas de dinero, que al enterarse de quién es su dueño, lo han devuelto: cumbre de la integridad. Lo que más sucede son los casos donde una persona al quedarse sola en un recinto y ve una cantidad cualquiera de dinero, no duda en embolsársela si nadie la ve. El caso extremo, el carterazo que sucede en las empresas. Hace unos años, en una prestigiosa Universidad, una compañera dejó olvidado sobre un escritorio de la sala de maestros un juego de CD’s con materiales de sus clases. Pues sencillamente, “alguien” se los llevó y jamás los devolvió. Talvez usted esté afirmando que lo mismo le ha pasado repetidas veces, desde su ambiente hogareño hasta su lugar de trabajo. Desde su infancia hasta su senectud; desde la iglesia hasta la cantina. Pues es la de no acabar porque de la falta de integridad ningún entorno está libre. Lo triste, tarde o temprano, la verdad sale a la luz.

Capítulo II
De las consecuencias de la presencia y la ausencia de integridad.


Si todos, tan siquiera tuviéramos idea que nada de nuestros actos deshonestos queda en la oscuridad para siempre, sino que alguna vez en la vida emergerá la verdad para nuestra propia vergüenza y se difundirá con bombos y platillos a nuestro alrededor, sin que nosotros nos enteremos que todo mundo sabe de qué pata cojeamos, otra cosa sería. Baste eso, para entender muchas veces porqué aunque hayan buenas oportunidades y las empresas con necesidad imperiosa y, nosotros aún teniendo suficiente conocimiento y experiencia, aquellas muy pocas veces nos quieren en sus equipos de trabajo, porque saben que hasta hemos tomado dinero de las carteras de nuestros compañeros de trabajo o que tenemos la mala costumbre de apropiarnos de los recursos de las empresas y si se puede, hasta acarrear con el equipo de oficina. Unos mis paisanos hasta se estaban llevando en sus camisas y blusas los platos del restaurante donde se sirvió el buffet. Aunque también existe el otro extremo: equipos integrados por personas deshonestas, jamás se atreverán a incluir a una persona que hace gala de integridad, porque se acaba el negocio.

Nuestra falta de integridad, en la mayoría de casos, pareciera adherirse a nuestra genética y ser un elemento del conjunto que heredaremos a nuestra descendencia, ya que acompaña los bienes muebles e inmuebles, cualidades físicas, enfermedades y defectos congénitos que dejamos a nuestros retoños, ya que no se extraña el aforismo “de tal palo, tal astilla” o “tigritos… pintitos como sus padres”. Maldecimos nuestra descendencia con nuestros actos deshonestos y dejamos a las generaciones futuras el trabajo de borrar nuestra mala herencia. La cosecha que disfrutamos es la que sembramos en el pasado, pero en el peor de los casos, la que sembraron nuestros padres o nuestros abuelos que en un arrebato de segundos cargaron sus apellidos con un triste lastre. Muchas veces tenemos que abandonar cosechas que tienen mala semilla y volver a sembrar. Aunque bendito Dios si derramamos sobre nuestra simiente la lluvia de la integridad. Por herencia una corona reluciente.

No se piense que mi escrito va en el sentido de un regaño o de acusación a cualquiera de mis lectores. Me estoy preguntando también por las veces en que he incurrido en mi debilidad humana en falta de integridad en un sincero acto de contrición. Es una auto reflexión sobre la importancia que reviste la integridad como requisito fundamental para incorporar a un trabajador o a un proveedor a nuestra organización, ya sea esta de tipo empresarial u hogareña; riguroso requisito que deberá exigirse a la pareja que compartirá su vida con la nuestra y que muchas veces, si no se toma en cuenta, termina en el divorcio, el suicidio o el homicidio. Mas con la vara que medimos también somos remedidos en la sociedad. Pero, ¿Cómo detectar la presencia o ausencia de integridad? Los sicólogos saben sobre eso, talvez el Doctor Martínez o el Licenciado Carrillo nos digan el secreto.

Me parece que hablar de los seis requisitos de mi primer párrafo es como hablar de los diez mandamientos. Cumpliendo con el primero: “amando a Dios y al prójimo como a ti mismo, lo demás viene por añadidura”. De una persona íntegra, solamente puede esperarse motivación por la paz que le da estar bien con su propia conciencia, capacidad porque no tiene que distraer su esfuerzo ocultando sus malos actos y reconoce sus destrezas y las pone a su máximo rendimiento, comprensión ante las limitaciones de la naturaleza y las propias, conocimientos derivados de su amor por el crecimiento propio y el ajeno y, experiencia derivada de la riqueza de una vida vigorosa. Por eso aconsejo a los reclutadores y seleccionadores de recursos humanos, sean estos ejecutivos de empresas, señoras de la casa, simples mancebos en búsqueda de doncellas o candorosas damiselas con requisición de mozalbetes, de las generaciones presentes y futuras, considerar que: con integridad, lo demás vendrá por añadidura.
Edwin Rocael Cardona Ambrosio.
Publicado originalmente en Huehuetenango, febrero 2007.

2 comentarios:

  1. De las manifestaciones de la presencia y ausencia de integridad. ESTE ES MI COMENTARIO

    Que nadie puede cambiar a las personas, y si no existiran ladrones no tuvieran trabajo todos, pero lo que pasa q muchas personas creen que el dinero lo es todo en esta vida y cometen fraudes sin darse cuenta que ellos son los afectados, y no se dan cuenta q ellos al cometer un fraude le proporcionan trabajo a personas onradas bueno a veces ni tanto, pero si no existiran este tipo de personas los paises fueran diferentes si todos pensaran de una forma diferente.
    De las consecuencias de la presencia y la ausencia de integridad.

    bueno en algunos caso las personas tienen diferentes mentalidades ya que por razones q desconocemos ellos se hayan a tomar cosas que no les corresponden y lo peor es que van dejando huella porque las personas los conocen y se hacen de una mala reputacion y ellos no se dan cuenta que los afectados son ellos, y peor si tienen hijos ellos son lo que sufren mas por tener unos padres asi, para que en el mundo no existieran estos problemas deveriamos de cambiar nosotros por q esto a veces sucede por la discriminacion hacia los demas por tratarlos menos, y se van haciendo a la idea que ellos tinen que ser mejores y por eso es que sucenden todos los factores talvez ellos no son tan malas personas si no que los hacen que ello sean asi.

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  2. dentro de nuestra sociedad puede existir anti-valores pero recordemos que somos seres humanos y que muchas veces tomamos deciciones erroneas de las cuales la misma sociedad provoca aumentarlas, la mayoria toma mucho en cuneta "el que diran" de los que conviven en su contexto, la sociedad misma a creado personas estafadoras no dando trabajo solo por ser joven o por ser viejo o por no tener experiencia, se busca una solucion sin encontrarla porque nadie apoya conviertiendo así en una sociedad individual y egoista, pero hay que recordar que en la Biblia aparece que todos somos hijos de un solo padre........

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