domingo, 11 de julio de 2010

SHUTONOMIA. Satirizando la construccion de la ciencia.



Capítulo I.
De las motivaciones, la orientación artística y no científica de mi documento.


Esta prosa la escribo con ganas de perder el tiempo. Y no es que éste me abunde, ni mucho menos me sobre; es que necesito pensar en voz alta y pluma en ristre, para activar neurotransmisores y poner a funcionar áreas cerebrales en desuso y así poder construir supuestos previos que talvez constituyan columnas que sostengan argumentos en futuros trabajos sobre la naturaleza humana, tanto académicos como informales y porqué no, satíricos.

Parto del análisis de mi entorno, inicialmente expresándome en términos coloquiales de mi querida tierra natal, aunque talvez no consiga construir nada. Lo que pasa es que no tengo mucha práctica para escribir artículos fluidamente y como dicen: “echando a perder también se aprende”. Y considerando que de vez en cuando, escribir un artículo que pretendiendo ser científico, resulte siendo una sátira amorfa, con un mal arte sin buscar la verdad, a nadie le cae mal.

Por ello no aspiro a que mis letras sean publicadas, tan sólo leídas por algunos que no tengan gustos refinados y exquisitos por la lírica, ni exigentes en la métrica. Estoy seguro que por su rudeza y carácter ordinario, rayano al nivel de la chusma y grosería, hasta podría ofender el elevado intelecto y la alta formación de algún académico que osase leerla. De tal forma que a codearme no aspiro, con los grandes columnistas de mi Patria, mucho menos con los grandes colosos de la pluma, quinceañeros por más de cuatro veces, ni setentones ni ochentones. Es tan sólo un satírico tratado liberal.

Capítulo II
De los privilegiados testigos presenciales: quienes son y su delimitación.


Si a los huehuetecos por naturaleza nos gusta ser “privilegiados testigos presenciales” o, como se dice acá en estas tierras: “shutes”, yo confieso serlo en extremo. Talvez usted respetable lector, jamás confesará adolecer de vicio tan feo, pero estoy seguro que allá mucho, pero mucho hasta el meritito fondo de su corazón, reconocerá que padece de mi mismo defecto, lo que pasa es que nos da vergüenza confesarlo, pero es parte de nuestra naturaleza humana. Algunos somos “abiertamente shutes” y otros “disimuladamente shutes”, pero al fin y al cabo: “shutes”.

Y si usted se dedica a criticar este común defecto, su imagen puede quedar peor ante los demás, quienes talvez hipócritamente opinarán en el mismo sentido que usted, posiblemente por razones de etiqueta, o ellos pretendiendo que usted no se entere que también tienen este defecto, pero el ser “shute” es tan humanamente natural como comer, dormir o alguna otra actividad que todo humano ejecuta en forma muy personal, maloliente y desagradable ante los ojos de los demás cuyo sustantivo detestable me reservo.

No debe confundirse a la persona “shute” con la “entrometida” ni con la “involucrada”, todas un poco parecidas pero no iguales. El “shute” actúa en forma pasiva: observa, analiza y muchas veces, clasifica y ordena; mientras el “entrometido” y el “involucrado” actúan en forma activa: inician en calidad de “shutes” y ante el estado de insatisfacción que los acontecimientos presenciados les generan, intervienen y toma parte activa en los mismos, terminando en calidad de “entrometidos” si es que no los llaman o “involucrados” si son invitados a participar.

Se puede ser “shute incidentalmente” o “shute accidentalmente”. Incidentalmente sucede cuando de forma intencional se busca ser “privilegiado testigo presencial”, mientras que accidentalmente sucede cuando el azar, la suerte, la naturaleza o la divina providencia así lo propician. Al respecto de esto último, a mi maestro y a mí, por poco nos perfora una bala perdida, por ser “accidentalmente shutes”.

Al “shute” simplemente se le asocia con la parábola de los “tres monos sabios”: “ver, oir y callar”; enseñanzas que todo “shute” no debe olvidar, porque hacer caso omiso de las mismas, puede significar perder su vida. Olvido aquel que degenera en “entrometimiento” o “involucramiento” y en incontables ocasiones: en tragedia.

Capítulo III
De la shutonomía como categoría superior en las Ciencias Sociales.


Y como en toda discusión académica que se precie de serlo, es necesaria una taxonomía elemental, los “shutes” se dividen en dos categorías: a) el “shute” informal, cósmico o asistemático y b) el “shute” formal o sistemático. El primero es el que desarrolla su actividad sin seguir una metodología y sin objetivos claros; mientras que el segundo se sujeta a los rigores metodológicos, implementa técnicas específicas y se auxilia de otras ciencias. Al “shute” cósmico también se le denomina simplemente: “curioso”, mientras que al sistemático se le denomina “investigador”.

Sobre esto último existen cursos de Métodos y Técnicas de Investigación que según dicen, han sido suprimidos por la Ministra María del Carmen Aceña del currículo de la carrera magisterial, talvez porque el maestro que vive del erario nacional, no sólo es “shute”, sino además “relajero”.

Y siguiendo con esta sátira con propósito artístico-didáctico, nos enfrentamos a una categoría superior de las Ciencias Sociales que denominaríamos: “Shutonomía”, etimológicamente del término guatemalteco: “shute” (curioso) y del griego: “nomos” (estudio o tratado). Y como estamos en los albores de la globalización, a nuestra ciencia en inglés se hará referencia con el término de “Shutonomics”. Los profesionales de nuestra ciencia serán denominados “Shutonomistas” y en inglés “Shutonomists”.

Esta nuestra satírica ciencia, como toda Ciencia Social, no es exacta y sus leyes son muy pocas, preexistentes en la naturaleza, descubiertas, inmutables, verdaderas y válidas en el pasado, presente y futuro. Tan vigentes como la vida y tan certeras como que usted se morirá algún día. Aunque ese día sea el “día del chiantleco”: el día menos pensado!!

Capítulo IV
De las consecuencias de ser privilegiado testigo presencial, unos ejemplos.


Las consecuencias de ser “shute” en la mayor parte de las ocasiones han sido nesfastas, pero en muchas otras, beneficiosas y como en todo proceso social: complejas. Veamos ejemplos:

Don Bernal Díaz del Castillo (“a quien no es ponerle una su candela” como dice mi madre), fue incidentalmente “shute” al haber venido a América desde España, después “entrometido” y también un “involucrado” que vivió los horrores de la conquista de México y Guatemala, mató gente por centenares cumpliendo fielmente con su deber guerrero, sufrió los naturalmente sucios e ingratos movimientos de los políticos de su época, no menos malos que los actuales. El inmortal Díaz terminó siendo uno de los más célebres “cronistas” que la humanidad haya conocido jamás. A priori “shute”, y a posteriori: “historiador”.

Heródoto, “shute” consumado, describió más tarde lo que miró más temprano cuando fue un “privilegiado testigo presencial”, uno de los “Padres de la Historia”. Y que decir de Hipócrates: “Padre de la Medicina” y del notable Leonardo Da Vinci; dos notables “shutes” en diferentes épocas y culturas, disectadores de difuntos para entender la fisiología. Tomás Edison, excelentemente “shute”, descubrió tantas cosas e inventó muchas otras. Por eso hoy se disfruta de la iluminación eléctrica, desde Tokio hasta Londres, desde Alemania hasta Chinacá[1].

El ser “Shute” es atinente a todo ser humano y es requisito previo al desarrollo de cualquier ciencia y hasta es anterior a la Filosofía. Un ser humano “shuteando”: albores de progreso y de avance en la academia. Primero se es “shute”, después “investigador” y luego “científico o académico”, dependiendo de la profundidad en que el ser humano incursione, claro está.

Profesiones hay donde necesario es ser más “shute” que en otras. Superficialmente observamos entonces, que el Historiador y el Periodista son descomunalmente “shutes” y no digamos el Abogado, quien además se “involucra” donde lo llaman o se “entromete” donde no lo llaman.

Capítulo V
De las motivaciones personales por ser privilegiado testigo presencial.


Personalmente, el ser un huehueteco “re-shute” me ha permitido presenciar incidental y accidentalmente muchos pequeños sucesos protagonizados por seres humanos, que han dado como resultado verdaderos acontecimiento históricos, cuyas implicaciones muchas veces nadie imaginó, implicaciones tornadas inmensas, que en incontables ocasiones, la vida de millones de personas transformaron, para bien o para mal.

Sucesos donde los protagonistas muchas veces, de la nada, en importantes se convierten en la vida nacional, por sus bondades o por sus maldades; algunos resultaron ser Alcaldes o Diputados, otros: Presidentes. La historia, mentir al respecto no me dejará.

¿Porqué sigo buscando ser “privilegiado testigo presencial”, o en términos de los huehuetecos de los inicios del siglo veintiuno, “shute”?. Simplemente porque disfruto observando lo que hacen unas personas para conseguir su felicidad, algunas amargándole la vida a los demás, amantes de la mentira, la falsedad, la intriga, la calumnia y la hipocresía y unas más esforzándose por endulzarle la existencia a los otros, devotos de la verdad, lo correcto, la sinceridad y la buena moral.

Disfruto viendo que en mi época, en cada huehueteco hay caridad, abnegación, generosidad, grandeza, envidia, avaricia, egoísmo y bajeza, todo en un solo ente: el huehueteco. Aunque según dicen las personas que tienen mucho mundo, también así son los capitalinos, los mexicanos, los cubanos, los japoneses, los rusos, los egipcios, los árabes, los judíos, los españoles, los estadounidenses, los mames, los quichés, los quetzaltecos y hasta los chiantlecos. Yo no sé.

Eso de ser “shute” significa también tomar cursos constantes en la Universidad más prestigiosa que una persona se pueda encontrar jamás: la orbis et conspicua Universitatis Vitae (de la vida). Es por eso de ser “shute” que he aprendido muchas cosas que no se deben hacer y muchas cosas que sí se deben hacer.

Por ello mi querido lector, tomando en cuenta que soy un “shute sistemático” yo no estoy “shuteando”, estoy “investigando”; no soy un simple “shute”, soy un “investigador”. Qué pueda resultar de mis procesos? Eso déjelo a mi cargo. Talvez enriquezca la historia, la economía, la ciencia política, la informática o la shutonomía en sí misma. Nunca se sabe hasta donde llega el impacto de los más “shutes”. Por “shute” estudié Economía en la Marroquín y eso me hizo más “shute” todavía.


Capítulo VI
De los momentos que no conviene ser privilegiado testigo presencial.
Epílogo.


Terminaré de arruinar este artículo, mencionando que hay que cuidar de algunos negocios donde ser “shute” no es muy conveniente y mucho menos llegar hasta el grado de “entrometerse”. Unos guatemaltecos que recientemente fueron enviados a un país africano en conflicto, integrando las Fuerzas de Paz de las Naciones Unidas, atendiendo a las gracias del Presidente, hasta allá perdieron la vida. Acá en Huehuetenango mis paisanos solemnemente dijeron:
“Por shutes les quebraron el culo"



Edwin Rocael Cardona Ambrosio
Artículo escrito en la Ciudad de Huehuetenango, Guatemala en el mes de julio del año 2006. Se redifunde durante el 4o. Aniversario de su primera publicación.

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