viernes, 26 de julio de 2013

Los sonidos desde el centro de la Orquesta Sinfónica Nacional de Guatemala.

¿Cuántas personas en la Historia de la Humanidad han tenido el privilegio de escuchar, ubicadas físicamente al centro de una de las orquestas sinfónicas más grandes e importantes del mundo?
Sonido sin trucos ni distorsiones,  cero equipos de amplificación, con experimentadísimos músicos profesionales; más de cincuenta instrumentos y ejecutantes.


Otro gran tesoro en mi gran costal.

Nada debe ser desperdiciado, mucho menos algo por lo que el mejor entendido en la técnica y arte musical, pagaría una gran fortuna. (Imagine el dineral que significa el desembolso para pagar los honorarios de los más de medio centenar de ejecutantes y al director invitado, el maestro español Vicente Ariño Pellicer -yo sí lo aproveché al máximo; al fin y al cabo los fondos para ello también provienen de mis impuestos-).

Es una lástima que ni siquiera haya palabras, ni medios concretos, para expresar esas experiencias y sensaciones del corazón, la mente, el espíritu y conocimiento, o para regalarlas a manos llenas a todos nuestros semejantes.

Gracias Dios bello, por la lindura que generan tus creaturas, los seres humanos.

La vida entera, es un completo concierto.

Hoy me deleité en la inmensidad musical de la Orquesta Sinfónica Nacional de Guatemala, escuchando "Migdalia Azucena" (QEPD la comadre de mi papá), autoría de Don Gumercindo Palacios Flores y Don Héctor Leonel Álvarez Galindo (pues acá en Huehuetenango fabricamos la música que se ejecuta en las grandes orquestas del mundo).

Pero no la contemplé desde la playa, sino sumergiéndome en sus olas.

PostScript: Constitúyase este post también, en un homenaje en vida al notable ciudadano y autor huehueteco, Don Héctor Leonel Álvarez Galindo.

Edwin Rocael Cardona Ambrosio.
Huehuetenango, 25 de julio de 2013.


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